domingo, 13 de septiembre de 2009

Relato Derviche

Había una vez un tonto a quien se le encargó comprar harina y sal. Llevó un plato para cargar sus compras.
“Cerciórate”, le dijo el hombre que lo enviaba, “de no mezclar ambas cosas; las quiero separadas”.
Cuando el tendero había llenado el plato con harina y estaba midiendo la sal, el tonto dijo: “No la mezcles con la harina; mira, te enseñaré donde ponerla”.
Y dio vuelta al plato, mostrándole la superficie del dorso donde podía poner la sal.
La harina, por supuesto, cayó al piso.
Pero la sal estaba segura.
Cuando el tonto regresó, dijo al hombre que lo había mandado: “Aquí esta la sal”.
”Muy bien” dijo el otro hombre, “pero, dónde está la harina?”
“Debía estar aquí”, dijo el tonto, dando la vuelta al plato.
Tan pronto como lo hizo, la sal cayó al piso y la harina, por supuesto, no estaba ahí.
Así pasa con los seres humanos. Al hacer una cosa que les parece bien hecha, pueden anular otra que es igualmente correcta. Cuando así sucede con pensamientos en vez de acciones, el hombre está perdido y ya no que basado en sus reflexiones considere que su pensamiento ha sido lógico.
Quizá hayas reído con este cuento del tonto. ¿Podrías hacer algo más y considerar tus propios pensamientos como si fueran sal o harina?
                                               
Antiguo Relato de enseñanza Derviche. 

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