domingo, 13 de septiembre de 2009

Tormentas de piano

“... cuando ni un centímetro de tu alma
carezca de palabras.”
José Carlos Becerra.


Tu nombre
sonido de escarcha
sino de pez diminuto
revolotea las sombras
en piernas de madre
Tu nombre
línea recta de auxilio
fuga en movimiento acústico
tacto
invulnerable
Péndulo que cifra y enmudece
rompe restos de ruido
en vientos de un tiempo
de eterno extranjero
Sonido tuyo
pertenencia de carne
suicidio abecedario
códice
instinto
índice
cartografía de sueños
en tránsito
                 y exilio.


Pausa
Escurre el horizonte
el pañuelo de la lluvia con su lengua
Baldosa evaporada.




La noche que golpea tormentas de piano
sobre las láminas secas de nuestras manos
ninguna roca y entretanto
el polvo mella
el destino del cacto
la noche que acaricia antiguos escondrijos
huérfanos de movimientos voluntarios
ninguna luna que
dibuje un atajo
o un puente
o un viento de insomnio
que empuje su suerte
la que sepulta campanadas
ningún guarda
ningún sonido de larva
ninguna sombra de espalda
la noche que zigzaguea por las tapias rotas de nuestros tejados
ningún horizonte plegado
ni grito en los ojos
ni ensamble de labios
ni estrella nombrada
la noche de últimos cascos
hiende aún de nubes las pupilas y oculta su brote de plata
La noche
sólo la noche
y ningún clavo
donde colgar su llamado




El Faro pulsa ciego su giro
surca su vuelta una herida de viento
apresa el vacío
rueda palpando
hurta tapia roza lengua
la playa
Cae entretanto
a cuentagotas
su vanidad
Cava un tiempo falso
repite su ausencia
siembra su círculo
deja pasar la oscuridad
Ciego el faro pulsa su giro
De pronto un día
en lo alto
su luz avisa asoma
un instante
destello
Ya!
ciega
como una sílaba que habla
rompe el silencio
chasca
y se esfuma
sin eco
pasa
escapa
urde el pulso y funda
amordaza recuerdos
como una semilla de agua.


Empequeñece el reloj sujeto en un muñón
sin mano
Espiral del tiempo que los días reconoce 
no como un abismo sino con un gemido 
que nace evaporado
Alguien dio cuerda a las venas de su aridez 
para dejarle morir ahogado
No hay dedos que extiendan el último eclipse 
cuando cae el vértigo al vacío impedido 
negado de contornos el labio
No es línea recta el presente
ciclo sin tacto
ni un pulso                   ni un espasmo
No hay para el manco ni un sólo golpe de dados.


Pausa
Se funde el hielo
y un resquicio de frío
filtra
su aleteo de campana.


Escribo Dos y el tiempo inicia el miedo 
al hacer horizontes
con el lápiz
Sabe a sal
a amargo espejo la línea flecha que cruza 
en estela tu silueta
Su filo apunta y rasga
abre postigos puertas labios
carne curvas vectores sangre
y canta un vuelo eléctrico en cada latido de imagen
Mío Tú
Otra vez Dos
Derramo humo en las ranuras multiplicando un párrafo
bocanadas alineadas
raíces no           ni labios
 letras.
Paralelas ausencias en tránsito.


ÚLTIMO VIAJE
Soñamos a viajes distantes.
Damos al tiempo curvas
y un alfeñique a los espacios
Cruzamos voces
en un cielo sin lunas
y entrelazamos los peces
entre secretos y espasmos
Encallamos con alas de mordaza
y tallamos los ojos con brisa de osario
Sólo el silencio nos basta
y sus brillos
y sus filos
y sus pájaros. 

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