miércoles, 18 de noviembre de 2009

Roberto Juarroz

A veces salva mirar hacia otra parte,
ovillar la mirada en cualquier huso posible
o ponerla simplemente entre paréntesis.
Se trata solo de salvaciones provisorias,
pero también el hombre es provisorio.


Hay en cambio otras veces
en que debemos hincar la mirada como un clavo,
aunque sospechemos el espesor en que se clava,
porque la salvación parece estar en la fijeza.


Pero hay también un momento
en que la única salvación es cambiar la mirada,
reemplazarla por otra,
como se cambia una palabra en un texto
o quizás la mano con que se escribe.
Y ni siquiera sirve entonces
llevar una mirada de repuesto
o comprar alguna en el mercado:
tenemos que inventar otra mirada.


La mirada es un cultivo
que varía de estación en estación
y que también exige a veces
desenterrar las semillas.


Todas las miradas son salvaciones provisorias.
Eso nos demuestra que no existe salvación
o que en último termino es preciso elegir
entre mirar y salvarse. 


                        Roberto Juarroz

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