domingo, 13 de septiembre de 2009

Teo -Libro infantil ilustrado-

Una vez, por casualidad, Teo encontró el frasco que guarda todas las respuestas. Y se dio cuenta de que él no tenía ninguna pregunta.
“Revienta ese frasco contra la luna” -le dijo su abuelo, que era un viejo muy sabio-. “Las certezas vuelven a los sueños flacos y los desaparecen”.
Pero Teo no hizo caso, y para Navidad, que es la fecha de los deseos, deseó tener también todas las preguntas.
En Noche Vieja, la estrella más blanca descendió para dejar un paquete debajo de su cama. 
Por la mañana, Teo abrió su regalo, pero, para su sorpresa, la caja estaba llena con un montón de años, cada uno en un cubito de hielo, congelado.
La primera pregunta que se hizo Teo fue por qué le mandarían años en lugar de preguntas. Entonces, la primera respuesta salió del frasco.
Luego comenzó a hacer muchas preguntas sin parar: por qué llueve; por qué se mueven las sombras; por qué las raíces...?, 
y del frasco salían siempre las respuestas certeras.
El abuelo murió la Navidad siguiente, cuando se descongeló el primero de los años. Teo se preguntó por qué, y sin demora, el frasco le mostró la respuesta.
Teo nunca reveló a nadie esa respuesta, pero, en cuanto la vio, corrió apresuradamente hasta la orilla de una nube y, lleno de ira, estrelló el frasco contra la luna.
Después se preguntó qué habría querido decir su abuelo con aquello de las certezas; pero como ya no tenía el frasco de las respuestas, simplemente cerró los ojos, agradecido, y comenzó a soñar.

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